Unos fragmentos de libro dejan diminuto al espectador, unas obras que le sobrepasan literal y metafóricamente. Le sumergen en un mundo alejado de la más inmediata cotidianidad, en un lugar singular, en una heterotopía . Un lugar real e imaginario, un lugar público e íntimo, una historia sin fecha. Anclados en la escayola, los libros nos sugieren un carácter prefijado, inamovible. Podemos leer varias veces un mismo libro pero el libro seguirá igual, si nos parece distinto es porque es la vida quién nos ha cambiado a nosotros. El rectángulo en blanco es la vida que cada uno ha de llenar con su propio texto.